Hasta
hace unos pocos siglos las velas se elaboraban con cera de abeja. En tiempos
más recientes, se fueron sustituyendo por velas de sebo, fabricadas con grasa
animal. Y por fin en los útimos tiempos, se han sustituído por las velas de
parafina que conocemos hoy en día. La parafina es un residuo del petróleo,
consiste en los posos que quedan en el fondo de los barriles de petróleo crudo.
Es un producto residual que antes no tenía ninguna salida.
¿Pero sabías de las buenas propiedades que tienen las velas de siempre, las de
cera de abeja? Las personas con asma, alergia, rinitis ven mejorar notablemente
sus síntomas con solo encender una vela de cera de abeja. Les cuesta mucho
menos respirar, y duermen mejor. A veces los síntomas desaparecen completamente
después de quemar velas durante varios días.
La cera de abejas produce iones negativos que limpian el aire. Estos iones son
como aspiradoras naturales que limpian de polvo, moho, virus, bacterias, y
otros contaminantes. Para que las velas tengan este efecto de depuración, deben
ser 100% de pura cera de abeja. Muchas velas “de cera de abeja” sólo contienen
un 51% de cera de abeja, el resto es parafina. No es ilegal denominarlas así,
pero ya no tienen ventajas. Una vela de cera desprende un olor, dulce, refrescante,
purificante, huele a miel y a dulzura. Aunque estas velas son más caras que las
corrientes de parafina, duran mucho más, y lo más importante, favorecen la
salud, en lugar de disminuirla.
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